Te dibujaré con ceniza
05 - Momentos guardados en cajas
Los días eran grises y oscuros aunque el sol ya estaba en lo alto del cielo, en el corazón de Ceniza aun llovía. Ya había pasado la tormenta pero los ojos de aquella chica no paraban de llorar, con el corazón roto y aun el dolor de perder a quien ella creía era el amor de su vida.
No podía ocultar el dolor que sentía pero tampoco lo mostraba en su totalidad, es así como su familia se dio cuenta de lo que pasaba y esta le apoyaba, la animaban a salir adelante pero también le daban el tiempo que necesitaba para que superara su pena. No estaba muy acostumbrada a contar en su casa sus emociones y necesitaba desahogo, su amiga de toda la vida entraba en juego en ese momento: Cenicero.
El nombre real de Cenicero es Jeanette, es la confidente de Ceniza y la única amiga que le quedaba desde que ella se obsesionó con Colilla. Como siempre había un problema nuevo o, mejor dicho, siempre se presentaba el mismo problema sin resolver, Ceniza lloraba con su amiga y esta trataba de quitarle todas sus penas mientras que sacudía las ropas de la muchacha que estaban llenas de las cenizas del cigarro de Colilla — Yo soy el cenicero de ese pendejo — le dijo alguna vez sumamente molesta — a ti te hace las cosas malas y vienes las desahogas conmigo, así como las pinches cenizas de sus estúpidos cigarros soy yo quien las limpia. — Ceniza siempre sonreía al escuchar a su amiga Cenicero expresarse así, ella quisiera poder hacer lo mismo pero ¿Cómo hablar así de la persona que amas?
Tras varios días de aguantar el dolor se encontró con su amiga y las dos platicaron largo y tendido en un café en el centro de la ciudad — tomate el té que voy a pedir para ti — decía Cenicero — te va a hacer sentir mucho mejor. Cuentame... ¿Ahora qué te hizo ese pendejo y cuando lo vas a dejar? — Ceniza comenzaba a llorar nuevamente, escena a la que Cenicero estaba acostumbrada, hizo una expresión de fastidió que rápidamente cambió por una sonrisa cuando escuchó la noticia de su amiga — Terminamos — Cenicero jamás pensó escuchar aquellas palabras, estaba emocionada y contenta por su amiga, al fin se había librado de ese canalla — ¿Por qué no me dijiste eso antes? Vayamos a un bar a celebrar — Pero Ceniza no dejaba de llorar y esta vez, por muy parecida que sea esta escena a la que ya tan acostumbrada estaba Cenicero había algo diferente — él me terminó — dijo entre sollozos Ceniza quien temblaba, se ponía pálida y ya no podía controlar el dolor. Regresó igual que como aquél terrible día. El té de Ceniza llegó junto con el café de Cenicero — toma un trago y cuéntame — la invitó Cenicero.
Aquél té era mágico, tan solo con un pequeño sorbo bastó para controlar nuevamente el dolor y poder hablar.
— Todas mis cosas se han vuelto al revés. Siento un terrible vacío desde aquél día que él me dejó. El silencio es horrible, cada día que pasa es lo mismo. Mi familia me apoya pero tu sabes que no les cuento realmente como me siento. Estoy sumamente deprimida — Ceniza nuevamente comenzó a llorar, volvió a sentir aquél dolor — toma un trago al té — le de´cia Cenicero pero Ceniza se negó, ella comprendía que en ese momento estaba sacando todo el dolor que había en su corazón y se hacía la valiente, quería dejar esa carga tan pesada para ella y contaba con su mejor amiga para lograrlo, sentía que se aprovechaba de ella y de su paciencia pero Cenicero nunca se quejó de ello, le daba la confianza para continuar — Me siento terrible — continuó ceniza — es como si un día todo se viniera abajo y te das cuenta de que vives en una mentira, que nada de lo que creíste era verdad y que no importa nada, absolutamente nada, todo el amor que puedes tener a una persona no vale nada, ni para esa persona ni para nadie ¿Por qué? ¿Por qué si yo se lo di todo? Hay mas mujeres que ni si quiera le hacen caso a sus novios y ellos ahí están, detrás de ellas y una ¿Qué queda de una? Nada! — Ceniza comenzaba a irritarse — Nada tiene sentido ¡Yo le di todo! ¿Por qué no me ama? — Ceniza se llevó sus manos a los ojos que parecían dos llaves de agua abiertas, recargó sus codos sobre la mesa de madera y continuó — Son todos mis deseos y mis sueños los que se murieron y duele mucho, duele como no tienes una idea. Tenía la esperanza puesta en él, en que dejara de fumar, en que dejara de ser indiferente ¿El amor no cambia a las personas? Y aquella noche mi esperanza murió. Si la esperanza es lo que muere al ultimo ¿Qué es lo que me queda? Me duele el pecho, no hay día que no llore; siento que algo me quiere partir en dos y me faltan fuerzas para seguir. ¿Por qué se fué? ¿Por qué? ¿Acaso no soy lo suficientemente bonita? ¿Acaso no soy lo suficientemente buena? ¿Acaso no... — y con un fuerte golpe en la mesa Cenicero asustó a Ceniza quien detubo su platica, Cenicero estaba a punto de llorar pero también estaba sumamente molesta — ¡Escuchate, Ceniza! Escucha las estupideces que dices— Ceniza se asustó más al escuchar a su amiga — Colilla no lo es todo.
Ceniza tomó un trago al té pero este ya se había enfriado, Cenicero levantó una mano e hizo una seña con la que apareció un mesero, pidió un nuevo té para Ceniza y asintiendo con su cabeza, el mesero se retiró para procesar la orden.
Siempre te lo he dicho — Comenzó a decir Cenicero — ese tipo no te merece. Entiendo perfectamente que lo ames, creeme, sé lo que se siente, así mismo yo sé lo que se siente que no te correspondan y el dolor que se siente. Pero no puedes dejarte hundir por esto ¡Por Dios! él era parte de tu vida pero no era tu vida. Y lamentablemente a ti te duele que él te haya dejado pero, escucha esto: te hizo un favor — dijo esta frase con un tono bastante más serio e irónico a la vez — Tu no podías hacerlo y debías hacerlo. — Ceniza abrió la boca para decir algo pero la expresión de fiera de los demonios que puso Cenicero la hizo cerrarla de nuevo — Si, ilusiones rotas y una esperanza muerta... una esperanza pasiva y falsa... si de por si, que sea pasiva o falsa es malo... es peor si la esperanza es ambas. Piénsalo tantito ¿él hacía algo para cambiar? ¡No lo hacía! Siempre te decía que lo haría pero al poco tiempo, si es que por un momento lo hizo, regresaba a ser el mismo pendejo de siempre.
El mesero llegó con el té de Ceniza y con un café mas para Cenicero, retiró las tazas que estaban, limpió un poco la mesa, ofreció algo más y tras una negativa, se retiró a atender a más gente. Ceniza volvió a tomar un poco del té.
Cenicero tomó un sorbo a su café y continuó — es hora de que ya hagas algo por ti, esta es tu vida y es triste que no nos amen, pero no puedes detenerte en una sola persona, lamento decirlo pero ni modo, Colilla no te ama, no te valora y no te merece. Arréglate, ponte guapa y sal a caminar, créeme... muchos se fijan en ti y no te estoy diciendo que te vayas con el primero que te chifle por la calle, sino que ese wey no es el único hombre que existe, ni si quiera está guapo... Ya basta de que todo se lo dediques a él ¿Y qué hay de ti? ¿Cuándo te vas a amar como lo amas a él? Esta es tu oportunidad de valorarte a ti misma. Si tu misma no te valoras, nadie lo va a hacer y cada hombre que venga te va a tratar igual que Colilla ¿Eso es lo que quieres? — Ceniza negó con la cabeza después de darle un trago a su té — Entonces, amiga, tienes que hacer algo ¡Por ti! El dolor que sientes también me causa tristesa a mi, pero mejor aguanta este dolor que sabes que pronto se irá a esperar a que alguien cambie, alguien que no quiere cambiar y nunca lo hará. Escúchame... todo el tiempo que ustedes duraron juntos, él conducía tu vida, es momento de que dejes de ser copiloto y seas el piloto, se qué es más cómodo ser el copiloto, pero es mejor ser quien conduce porque así puedes ir a donde quieras. Yo creo en ti, yo se que puedes, si has sido fuerte para aguantar a ese puñetas todo este tiempo, entonces eres toda una chingonada para enfrentar cualquier obstaculo que se presente para que seas feliz.
Ceniza dejó la taza de té vacía sobre la mesa
— ¿Quieres ser feliz? — preguntó Cenicero mirandola fijamente
Ceniza asintió con la cabeza.
— Entonces hazlo. Sal y vive tu vida. Sal y se feliz que tu no dependes de nadie para ser feliz. Si todo este tiempo pudiste vivir sin que Colilla fuera el hombre ideal ¿No crees que ahora puedes seguir viviendo sin que él sea el hombre ideal y que además ya no te estorbe? ¿Qué no te has dado cuenta que el mesero viene a cada rato a verte?
Al mismo tiempo ambas amigas miraron al mesero descubriendo que las miraba, se puso nervioso y se tropezó con la pata de una silla, cayendo al suelo. Afortunadamente cargaba con una charola vacía y no con un café caliente. Ambas amigas rieron.
Si, el té era mágico. Cada sorbo que Ceniza daba mientras escuchaba a su amiga la aliviaba desde adentro, en cada sorbo también tomaba las palabras de su amiga que se diluían en ese sabor dulce y caliente.
Ceniza quería ser feliz, el dolor parecía haberse disminuido bastante y esa noche pudo dormir sin tener que llorar tras los recuerdos de Colilla.