lunes, 17 de noviembre de 2014

Te dibujaré con ceniza 05 - El té mágico

Te dibujaré con ceniza

05 - Momentos guardados en cajas




          Los días eran grises y oscuros aunque el sol ya estaba en lo alto del cielo, en el corazón de Ceniza aun llovía. Ya había pasado la tormenta pero los ojos de aquella chica no paraban de llorar, con el corazón roto y aun el dolor  de perder a quien ella creía era el amor de su vida. 


     No podía ocultar el dolor que sentía pero tampoco lo mostraba en su totalidad, es así como su familia se dio cuenta de lo que pasaba y esta le apoyaba, la animaban a salir adelante pero también le daban el tiempo que necesitaba para que superara su pena. No estaba muy acostumbrada a contar en su casa sus emociones y necesitaba desahogo, su amiga de toda la vida entraba en juego en ese momento: Cenicero.

     El nombre real de Cenicero es Jeanette, es la confidente de Ceniza y la única amiga que le quedaba desde que ella se obsesionó con Colilla. Como siempre había un problema nuevo o, mejor dicho, siempre se presentaba el mismo problema sin resolver, Ceniza lloraba con su amiga y esta trataba de quitarle todas sus penas mientras que sacudía las ropas de la muchacha que estaban llenas de las cenizas del cigarro de Colilla — Yo soy el cenicero de ese pendejo — le dijo alguna vez sumamente molesta — a ti te hace las cosas malas y vienes las desahogas conmigo, así como las pinches cenizas de sus estúpidos cigarros soy yo quien las limpia.   —  Ceniza siempre sonreía al escuchar a su amiga Cenicero expresarse así, ella quisiera poder hacer lo mismo pero ¿Cómo hablar así de la persona que amas?

     Tras varios días de aguantar el dolor se encontró con su amiga y las dos platicaron largo y tendido en un café en el centro de la ciudad — tomate el té que voy a pedir para ti — decía Cenicero — te va a hacer sentir mucho mejor. Cuentame... ¿Ahora qué te hizo ese pendejo y cuando lo vas a dejar? — Ceniza comenzaba a llorar nuevamente, escena a la que Cenicero estaba acostumbrada, hizo una expresión de fastidió que rápidamente cambió por una sonrisa cuando escuchó la noticia de su amiga — Terminamos — Cenicero jamás pensó escuchar aquellas palabras, estaba emocionada y contenta por su amiga, al fin se había librado de ese canalla — ¿Por qué no me dijiste eso antes? Vayamos a un bar a celebrar — Pero Ceniza no dejaba de llorar y esta vez, por muy parecida que sea esta escena a la que ya tan acostumbrada estaba Cenicero había algo diferente — él me terminó — dijo entre sollozos Ceniza quien temblaba, se ponía pálida y ya no podía controlar el dolor. Regresó igual que como aquél terrible día. El té de Ceniza llegó junto con el café de Cenicero — toma un trago y cuéntame — la invitó Cenicero.

     Aquél té era mágico, tan solo con un pequeño sorbo bastó para controlar nuevamente el dolor y poder hablar.

     — Todas mis cosas se han vuelto al revés. Siento un terrible vacío desde aquél día que él me dejó. El silencio es horrible, cada día que pasa es lo mismo. Mi familia me apoya pero tu sabes que no les cuento realmente como me siento. Estoy sumamente deprimida — Ceniza nuevamente comenzó a llorar, volvió a sentir aquél dolor — toma un trago al té — le de´cia Cenicero pero Ceniza se negó, ella comprendía que en ese momento estaba sacando todo el dolor que había en su corazón y se hacía la valiente, quería dejar esa carga tan pesada para ella y contaba con su mejor amiga para lograrlo, sentía que se aprovechaba de ella y de su paciencia pero Cenicero nunca se quejó de ello, le daba la confianza para continuar — Me siento terrible — continuó ceniza — es como si un día todo se viniera abajo y te das cuenta de que vives en una mentira, que nada de lo que creíste era verdad y que no importa nada, absolutamente nada, todo el amor que puedes tener a una persona no vale nada, ni para esa persona ni para nadie ¿Por qué? ¿Por qué si yo se lo di todo? Hay mas mujeres que ni si quiera le hacen caso a sus novios y ellos ahí están, detrás de ellas y una ¿Qué queda de una? Nada! — Ceniza comenzaba a irritarse — Nada tiene sentido ¡Yo le di todo! ¿Por qué no me ama? — Ceniza se llevó sus manos a los ojos que parecían dos llaves de agua abiertas, recargó sus codos sobre la mesa de madera y continuó — Son todos mis deseos y mis sueños los que se murieron y duele mucho, duele como no tienes una idea. Tenía la esperanza puesta en él, en que dejara de fumar, en que dejara de ser indiferente ¿El amor no cambia a las personas? Y aquella noche mi esperanza murió. Si la esperanza es lo que muere al ultimo ¿Qué es lo que me queda? Me duele el pecho, no hay día que no llore; siento que algo me quiere partir en dos y me faltan fuerzas para seguir. ¿Por qué se fué? ¿Por qué? ¿Acaso no soy lo suficientemente bonita? ¿Acaso no soy lo suficientemente buena? ¿Acaso no... — y con un fuerte golpe en la mesa Cenicero asustó a Ceniza quien detubo su platica, Cenicero estaba a punto de llorar pero también estaba sumamente molesta — ¡Escuchate, Ceniza! Escucha las estupideces que dices— Ceniza se asustó más al escuchar a su amiga — Colilla no lo es todo.

     Ceniza tomó un trago al té pero este ya se había enfriado, Cenicero levantó una mano e hizo una seña con la que apareció un mesero, pidió un nuevo té para Ceniza y asintiendo con su cabeza, el mesero se retiró para procesar la orden.

     Siempre te lo he dicho — Comenzó a decir Cenicero — ese tipo no te merece. Entiendo perfectamente que lo ames, creeme, sé lo que se siente, así mismo yo sé lo que se siente que no te correspondan y el dolor que se siente. Pero no puedes dejarte hundir por esto ¡Por Dios! él era parte de tu vida pero no era tu vida. Y lamentablemente a ti te duele que él te haya dejado pero, escucha esto: te hizo un favor — dijo esta frase con un tono bastante más serio e irónico a la vez — Tu no podías hacerlo y debías hacerlo. — Ceniza abrió la boca para decir algo pero la expresión de fiera de los demonios que puso Cenicero la hizo cerrarla de nuevo — Si, ilusiones rotas y una esperanza muerta... una esperanza pasiva y falsa... si de por si, que sea pasiva o falsa es malo... es peor si la esperanza es ambas. Piénsalo tantito ¿él hacía algo para cambiar? ¡No lo hacía! Siempre te decía que lo haría pero al poco tiempo, si es que por un momento lo hizo, regresaba a ser el mismo pendejo de siempre.

       El mesero llegó con el té de Ceniza y con un café mas para Cenicero, retiró las tazas que estaban, limpió un poco la mesa, ofreció algo más y tras una negativa, se retiró a atender a más gente. Ceniza volvió a tomar un poco del té.

     Cenicero tomó un sorbo a su café y continuó — es hora de que ya hagas algo por ti, esta es tu vida y es triste que no nos amen, pero no puedes detenerte en una sola persona, lamento decirlo pero ni modo, Colilla no te ama, no te valora y no te merece. Arréglate, ponte guapa y sal a caminar, créeme... muchos se fijan en ti y no te estoy diciendo que te vayas con el primero que te chifle por la calle, sino que ese wey no es el único hombre que existe, ni si quiera está guapo... Ya basta de que todo se lo dediques a él ¿Y qué hay de ti? ¿Cuándo te vas a amar como lo amas a él? Esta es tu oportunidad de valorarte a ti misma. Si tu misma no te valoras, nadie lo va a hacer y cada hombre que venga te va a tratar igual que Colilla ¿Eso es lo que quieres? — Ceniza negó con la cabeza después de darle un trago a su té — Entonces, amiga, tienes que hacer algo ¡Por ti! El dolor que sientes también me causa tristesa a mi, pero mejor aguanta este dolor que sabes que pronto se irá a esperar a que alguien cambie, alguien que no quiere cambiar y nunca lo hará. Escúchame... todo el tiempo que ustedes duraron juntos, él conducía tu vida, es momento de que dejes de ser copiloto y seas el piloto, se qué es más cómodo ser el copiloto, pero es mejor ser quien conduce porque así puedes ir a donde quieras. Yo creo en ti, yo se que puedes, si has sido fuerte para aguantar a ese puñetas todo este tiempo, entonces eres toda una chingonada para enfrentar cualquier obstaculo que se presente para que seas feliz. 

     Ceniza dejó la taza de té vacía sobre la mesa

    —  ¿Quieres ser feliz? — preguntó Cenicero mirandola fijamente

   Ceniza asintió con la cabeza. 

    — Entonces hazlo. Sal y vive tu vida. Sal y se feliz que tu no dependes de nadie para ser feliz. Si todo este tiempo pudiste vivir sin que Colilla fuera el hombre ideal ¿No crees que ahora puedes seguir viviendo sin que él sea el hombre ideal y que además ya no te estorbe? ¿Qué no te has dado cuenta que el mesero viene a cada rato a verte?

     Al mismo tiempo ambas amigas miraron al mesero descubriendo que las miraba, se puso nervioso y se tropezó con la pata de una silla, cayendo al suelo. Afortunadamente cargaba con una charola vacía y no con un café caliente. Ambas amigas rieron.

     Si, el té era mágico. Cada sorbo que Ceniza daba mientras escuchaba a su amiga la aliviaba desde adentro, en cada sorbo también tomaba las palabras de su amiga que se diluían en ese sabor dulce y caliente.  

     Ceniza quería ser feliz, el dolor parecía haberse disminuido bastante y esa noche pudo dormir sin tener que llorar tras los recuerdos de Colilla.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Te dibujaré con ceniza 04 - Por los restos



Te dibujaré con ceniza

04 - Por los restos





     La depresión después de la ruptura. Ceniza sentía que se moría lentamente sin que terminara de fallecer. Es un dolor casi insoportable y es ese "casi" lo mas aterrador, lo más difícil. Si el dolor fuera insoportable simplemente ya se hubiese desplomado, quizá su corazón ya hubiese reventado y ese desgarrar que sentía en su espalda ya la hubiese destrozado; mas la muchacha podía casi soportarlo y seguía viva sufriendo, sufriendo de amor. Se mantenía de pie, a veces de rodillas, rogándole al cielo el regreso del amor de su vida. La tormenta que había llegado al estado de Nuevo León, aun con sus inundaciones, no se comparaba con la tormenta que había en el corazón de Ceniza que ya había dejado damnificados a algunos peluches que Colilla le había regalado, casi siempre para dar una falsa disculpa a la chica. Ya hacían los muñecos lejos de su estante o, aquellos que eran sus favoritos, lejos de su cama. La primera rosa que le regaló estaba marchita entre las hojas de un libro como el amor en el corazón de Colilla, ahora perdía sus hojas al ritmo de los truenos y rayos de la mente nublada de Ceniza.

     Así pasaban los días hasta que se cansaba, por los restos del amor que le quedaba.

jueves, 2 de octubre de 2014

Te dibujaré con ceniza 03 - Llueve tanto.

Te dibujaré con ceniza


03 - Llueve tanto




     Fue una noche larga, el insomnio había atacado a Ceniza y hacia lo que menos le gustaba: pensar. Pensaba en Colilla, su súper excelentísimo novio que solo tiene un detalle, no es un súper excelentísimo novio. Había estado haciendo frío por la lluvia pero la muchacha estaba tan acostumbrada a las nevadas que un aire colado no era nada para ella, aun así se aferraba a una playera de Colilla que ya hace mucho que tenía en su casa, guardaba el aroma de él y ella la olía buscando el amor que su novio no le había dado. Pasó llorando toda la noche, quizá lloró más que las nubes allá afuera las cuales provocaron un corto circuito en un poste de luz, las lagrimas surgieron a partir de un corto circuito en el corazón de Ceniza. ¿Cuanto tiempo pasó desde aquél sueño?


     Realmente no habían pasado mas que unas horas pero para Ceniza era la repetición del mismo cuento para dormir. Cada noche se sentía triste, vacía, sola. Ella deseaba que su chico la amara con el mismo frenesí que ella lo amaba a él, se sentía culpable al pensar así, quería comprender que él era de esa manera y que quizá no significaba que no la amara, pero ella deseaba besos, abrazos, magia y definitivamente no la encontraba con él, pensaba que ella tenía que cambiar algo ¿Pero qué? — tu novio, eso es lo que debes cambiar — le decía su amiga, su verdadera amiga que jamás se calló lo que pensaba y que, por lo mismo, era la enemiga mortal de Colilla. SIn embargo, Ceniza se negaba a que tenía que hacer eso, Ceniza cree en la fuerza omnipotente del amor y que con amor todo se puede lograr — tal vez si — decía su amiga — pero él no te ama. Y así no pueden funcionar las cosas — Esa larga noche comenzaba a considerar las palabras de su amiga, comenzaba a creerle o a querer creerle.

     Ceniza recordaba cada noche los primeros meses de relación, todo era tan perfecto, eran recuerdos de algo que se negaba a volver y al pensarlo, el corazón de Ceniza se rompía un poco mas... si es que esto era posible. Quería dormirse de nuevo, soñar a su novio perfecto, pero la angustia, el dolor y el vacío no la dejaban. Tejía planes, pensaba en estrategias, leía consejos de parejas "perfectas" y con cada nueva información creaba el método para volver a su relación perfecta. Estaba decidida, ella cambiaría su relación y sería muy feliz. Tan decidida como cada noche.

     En cada encuentro con Colilla, Ceniza llevaba a cabo su plan, lo trataba de enamorar, le demostraba su amor, intentó no ser tan empalagosa y cuando su hábito le ganaba y Colilla la quitaba de encima, le pedía disculpas y no se enojaba. Su sonrisa estuvo siempre presente. Y en respuesta de su metodología, Colilla le seguía demostrando una total indiferencia. Si, de vez en cuando él le respondía de manera cariñosa pero no se sentía esa magia, ese amor. Incluso, cuando su novia usó la mejor técnica de seducción sobre él, este ni si quiera se interesó en tener sexo con ella. Era todo una rutina infernal, no importaba lo que Ceniza hiciera, Colilla no cambiaba en nada y sus reproches siempre le daban la culpa a ella. Así, cada día se saludaban con ese protocolo tan ensayado de un beso seco, como el protocolo de despedida de otro beso seco y un abrazo obligatorio. 

      En las noches Ceniza buscaba la manera de desahogar el dolor, de buscar la manera de tomar nuevas energías y motivarse en el plan que se había propuesto. Pero cada noche era lo mismo o peor, ya que se sumaba el dolor de la noche anterior, de un objetivo no logrado, de un deposito de cariño vacío. Regresaba a su casa con aroma a cigarro y un dolor en el pecho, lloraba hasta que le entraba la sed, abrazaba su almohada hasta quedarse dormida esperando soñar con su principe azul Colilla. Pero Colilla ya ni en sueños se aparecía.

     Así pasaban los días, así pesaban las noches.

     Todas las cosas se volvieron de revez, todo estaba mal, nada encajaba, la magía se había desaparecido por completo, la muchacha se sacudía la ceniza del cigarro de Colilla buscando alguna explicación, algo a qué aferrarse, pero nada, nada. La tarde se pasaba y ella no tenía nada, tenía todo. Ya ni llorar era bueno. Ceniza comenzaba a marearse en una confusión sin fin, el dolor del pecho se volvía insportable, cada día era peor, comenzó, sin darse cuenta, a alejarse un poco de Colilla, se cuestionaba su noviazgo dos veces al día, cinco, diez, veinte mil veces... ¿Cuanto más podía soportar Ceniza?

     Una noche, bajo la lluvia con la que el cielo tanto amenazó durante el día, se encontraba Ceniza, esta vez no había olvidad con qué abrigarse pero no cargaba con ningún paraguas, sin embargo su novio, bastante más precavido que ella, cargaba con uno suficientemente grande para los dos. Colilla, a diferencia del cielo que nunca se calló, mantenía ese silencio indiferente, encaminó a su novia a la parada del camión y dejó irle una sorpresa — Ya no quiero ser tu novio — Así de contundente que quizá por eso Ceniza no se lo creyó de principio y tubo que preguntar si había escuchado bien — Lo nuestro no funciona, tu mereces algo mejor que yo — decía el muchacho mientras el corazón de la joven latía con mucha fuerza. Ella tomó las manos del muchacho que sostenían el paraguas — ¿Tu no quieres ser eso mejor que merezco? — Colilla solo se encogió en hombros y no dijo nada mas — dame un ultimo beso — pidió ella y aunque Colilla le concedió su deseo, este beso ya no significaba absolutamente nada pero para Ceniza tenía un valor incalculable "me ama, por eso me besa" pensaba — lo siento, quizá después, lo nuestro pueda continuar, pero por el momento no — y sembró en ella una esperanza, una maldita esperanza. Colilla se dio la media vuelta, no esperó más a que el camión pasara y se retiró, dejando a Ceniza bajo la lluvia.

     Llovía tanto que no se veía el final de la calle. Colilla tiró los restos de su cigarro y coo si fuera un barco, navegó con la corriente de un río que la lluvia había formado por debajo de la banqueta. Ceniza siguió el cigarro mojado con la vista e inmediatamente regresó sus ojos a su ahora ex-novio "quizá después" pensaba ella y ella lo esperaría. Ahí estaba ella, con su ropa empapada y sus dedos morados, esperandolo solo por un beso, de esos fríos mojados. Ya era muy tarde, Ceniza lloraba tanto como el cielo llovía. 

     Esa esperanza, el ultimo beso y un corazón roto. 

     Llueve tanto que no ves el final de la calle.




NOTA: Esta vez fue más que obvio (para quienes las conozcan) que toda esta historia está basada en el disco de "Popemas" del grupo Nosoträsh. Si ese álbum me inspiró bastante fue porque parecía el soundtrack de hechos reales que le sucedían a la gente que conozco.
     

domingo, 8 de junio de 2014

Te dibujaré con ceniza 02 - Cien mil horas dormida

Te dibujaré con ceniza

02 - Cien mil horas dormida









     La sonrisa de Colilla iluminaba el mundo de Ceniza, ahí estaba, fumando, tan guapo como siempre y arreglado solo para ella, él la miraba y le sonreía, la tomaba entre sus brazos y la apretaba con fuerza, le tomaba por los cachetes y la besaba e inmediatamente la llamaba por un cursi sobrenombre. El corazón de Ceniza latía con fuerza, ella le correspondía a todo, lo abrazaba, le besaba, le llamaba por apodos cursis, jugaba con su cabello, caminaban tomados de la mano, comían helado y, por la noche, él la acompañaba hasta la misma esquina en que ella tomaba el camión para ir a su casa. Ella caminaba apresurada por el pasillo después de pagar para verlo alejarse y él le regresaba la mirada, con su mano se despedía de ella y se quedó en su lugar hasta que perdió de vista el camión. Ceniza era inmensamente feliz.

     
     La comida en su restaurante favorito, donde Colilla le pidió ser su novia, había sido excelente, el mesero de siempre los había atendido, estaba familiarizado con ellos, con sus buenos momentos y sus malos momentos, había visto llorar tantas veces a Ceniza que ya sentía pena por ella y ese día no fue la excepción, como casi siempre, ella había cometido un error sin saber cuál y esto había provocado la frialdad en su novio, apretaba sus labios para evitar que se le rompiera el corazón pero en un momento ya no lo pudo aguantar mas, se levantó al baño y antes de entrar sus lagrimas ya mojaban su rostro. La lluvia caía afuera, Ceniza no había cargado con nada que la abrigara bien y comenzaba a morir de frío. Se dirigían en taxi hasta la casa de ella. Ceniza moría de frío, abrazándose ella misma, aunque ya no sabía si era el frío que la lluvia provocaba o el de su novio. Su ropa aun tenía el aroma del cigarro de Colilla. Ceniza era inmensamente triste.


     Una tarde de placer culposo, mantenían relaciones lejos de los ojos conocidos, en un lugar donde el universo solo eran ellos dos y una pequeña habitación de motel. Las manos de Colilla dibujaban el cuerpo de Ceniza, sus labios exploraban cada centímetro de este y toda su pasión la llenaba. Eran besos diferentes, abrazos diferentes, caricias diferentes. Ambos lo disfrutaban, los "te amo" eran frases que se repetían mil veces, sonrisas, risas y una mirada de complicidad que solo podía encontrar en el amor de su vida. Quedarse dormida entre sus brazos, tan frágil, tan delicada y con la seguridad en la protección de su hombre. Ahi se quedaba dormida con una sonrisa en su rostro y con el aroma del cigarro de Colilla. Ceniza era inmensamente feliz.


     El centro comercial más cercano de la casa de Ceniza estaba lleno de gente. Era quincena, fin de semana y después de una semana, la lluvia dejó salir a la gente a disfrutar un poco de sol — Bien, la lluvia nos quitó un poco el calor — decía la gente que gustosa miraba en los aparadores cosas que no necesitaban. Caminaban tomados de las manos Ceniza y Colilla, la gente los miraba y pensaban que hacían una bonita pareja, ella estaba con una gran sonrisa pero destrozada por dentro. Se había enterado que su novio se había visto con otra chica y aunque no fue la gran cosa, la traición era algo difícil de superar para Ceniza ¿Por qué si ella había estado siempre con él? ¿No le era suficiente con su amor? ¿No bastaba solo con decirlo? ¿No le había entregado todo a él? Ceniza era inmensamente triste.


     Lloraba desconsolada en su habitación oscura, de vez en cuando la luz de un relámpago se colaba por la ventana e iluminaba sus mejillas empapadas de dolor, miraba el techo, la decoración que había en su habitación, los regalos que Colilla le había hecho y que tenían un lugar especial en su cuarto, buscaba entre los detalles donde había estado el error, alguna explicación que le hiciera perdonarlo, algo que le diera esperanzas de seguir junto a él, algún indicio de su amor, cualquier cosa a la que aferrarse y no seguir sintiendo ese dolor profundo en su pecho, buscaba el aroma del cigarro entre sus ropas, quería estar con él, nada más él, solo él, él, él, él, él y nadie más. Apretaba fuerte sus labios pero Ceniza era incapaz de controlarlo, lloraba sin remedio. Comenzaba lentamente a llover, entonces Colilla apareció, empapad y temblando de frío.

     Ella se levantó de inmediato y secó sus lagrimas, buscó entre sus cosas y sacó una toalla que puso en la cabeza de Colilla, le ayudó a quitarse la playera mojada e incluso los pantalones, él se sentaba en su cama, le sonreía a Ceniza, una sonrisa tímida, estaba apenado por lo que pasó, él le pedía disculpas sinceras y le suplicaba por que no lo dejara, que se había dado cuenta de que era feliz solo con ella y no quería separarse nunca de él. Ceniza lloraba de felicidad, lo abrazaba, se besaban, se acariciaban y se detenían, después de todo, estaban en casa de ella. Colilla se puso de pie, se vistió sin quitarle la vista de encima a Ceniza, él la tomó de la cintura, la acercó a él y le dio un fuerte beso, un beso como ningún otro, un beso donde se conjugaba un amor eterno, pasional, sincero y cierto arrepentimiento; Ceniza se ponía roja, jamás había experimentado esa sensación, inmediatamente después Colilla la tomó de una mano y la invitó a salir de su habitación, de su casa. Ceniza sentía el calor del sol, la llenaba de una energía nueva, de esperanza. Colilla la jaló con fuerza pero con cuidado, la apretó entre sus brazos y la besó nuevamente con mucha fuerza, esa sonrisa tan peculiar de Colilla estaba dibujada en su rostro, se ponía nervioso pero resolvió ponerse de rodillas ante ella, buscó algo en su pantalón, el corazón de Ceniza latía con fuerza, se sonrojaba aun más, Colilla sacó una pequeña caja aterciopelada de su pantalón, abrió la boca para decir algo y unas gotas cayeron en el rostro de Ceniza, ella miró al cielo, ahí estaba el sol, radiante y brillante, no le dio más importancia; hincado Colilla comenzó a decir — Ceniza... — nuevamente más gotas — ...te quieres...

     Un fuerte rayo cayó cerca de la casa de Ceniza haciendo explotar un transformador e incendiando el poste que lo sostenía, la lluvia arreció y entraba por la ventana de ceniza mojándole el rostro y  confundiendo sus lagrimas con las gotas de lluvia, lloraba sin parar, lloraba llena de dolor — Todo fue solo un sueño — Ceniza estaba de nuevo sola, en su habitación oscura, mojándose el rostro en lagrimas y lluvia y una profunda herida en su alma.

     Ceniza se levantó, cerró la ventana y no le dio importancia ni al poste quemándose, ni a que su reloj despertador estaba apagado a causa de un corte de energía, ni al sonido de los vehículos que activaron sus alarmas ante el estruendo del rayo. Se volvió acostar, a quedarse dormida, intentando pasar cien mil horas dormidas y vivir feliz con su amor.






Pero Colilla ya no apareció en sus sueños.

sábado, 7 de junio de 2014

Te dibujaré con ceniza 01 - Sentada en el borde de ti

Te dibujaré con ceniza

01 - Sentada en el borde de ti










     Todo el día había estado caluroso, la gente se movía de un lugar a otro un tanto ansiosa pues la temperatura de la ciudad de Monterrey comenzaba a ser insoportable — Y aun falta la canícula — se escuchaba decir a las personas en el centro de la ciudad. La canícula eran los 40 días más calientes del verano y si las temperaturas a mitad de primavera apuntaban a 38 grados, a mitad de verano Monterrey sería un infierno. Como casi siempre que hace calor.

      El aroma del cigarro era molesto para Ceniza, una chica soñadora enamorada del amor de su vida Colilla. Abrazada de él, empalagosa como ninguna, una sonrisa de oreja a oreja y radiando una enorme felicidad; él, sin mucha gracia en su rostro, atractivo y muy serio, algo frío y un tanto indiferente, sacudía su cigarro sin fijarse que las cenizas caían sobre su chica pero esto a ella no le importaba, ella era feliz a lado de su novio. 

      Aunque su interior estaba destrozado. Ceniza esperaba más de su novio, algo que él no le daba, ella antes se lo había dicho y en ocasiones Colilla cambiaba su actitud pero solo por algunos días. Ella se sentía devastada, vacía, su depósito de cariño nunca estaba lleno, su novio no se preocupaba por llenarlo y esto a Ceniza le dolía hasta el alma. Pero ella estaba llena de esperanza y de mucho amor, ella era paciente y esperaba a ver en él un cambio, esperaba a que él abriera sus ojos y se diera cuenta de que tenía a su lado a una chica increíble que estaba dispuesto a estar con él toda su vida, en las buenas y en las malas; mientras tanto, Ceniza sollozaba en el silencio de su habitación oscura por las noches, regresaba a su casa sola, sin que su novio la acompañara, se despedía de ella con un beso seco y un abrazo obligatorio, pero nada mágico como ella esperaba. Le dolía, le dolía mucho.

      — hace mucho calor y tu estas de empalagosa — con un tono molesto le dijo Colilla a la muchacha y esta se retiró un momento de él — Quiero estar contigo — le contestó la muchacha — quédate de ese lado, ahí sigues estando conmigo — Ella obedeció y se mantuvo ahí, sonrío para ella misma, se apretó los labios y le preguntó por como fue su día. En una banca en medio de la Macroplaza, con un calor de los mil demonios y un pequeño silencio incómodo el termino por dar la respuesta más corta que pudo imaginar — me fue bien — de nuevo un silencio incómodo, Ceniza esperaba a qué Colilla le diera más detalles de su día pero para él parecía que el tema había terminado — ¿Qué hiciste hoy? — insistió ella queriendo seguir la platica — Pos' trabajar ¿Qué mas quieres que haga? ¿Que me vaya de fiesta? — el muchacho soltó una risita burlona un tanto disimulada y Ceniza se arrepintió rápidamente de intentar seguir con la platica, apretó sus labios, esa era su manera de evitar que el corazón terminara por rompersele, agachó la cabeza y de inmediato la levanto, ella no tenía por que agachar la cabeza, ella merecía más, ella no estaba haciendo nada malo, estaba tratando de ser amable con él ¿Por qué Colilla no lo podía ver? ¿Por qué Colilla no podía notar el interés que ella tenía hacia sus cosas, hacia su persona?

     Molesta, Ceniza abrió la boca para decir algo, vio el rostro desinteresado de su novio y se contuvo, regresó la mirada al suelo, sonrío y de nuevo abrazó a Colilla — muévete para allá — y con su brazo la alejó — Eres bastante malo conmigo — dijo Ceniza al fin, con el entrecejo fruncido, su rostro duro y una evidente molestia — todo lo que quiero es estar contigo, bien, como dos novios normales, todos pasan por aquí sonriendo, abrazados, besándose y no les importa el calor, en cambio tu pareciera que no quieres estar aquí... — Colilla la miró, estaba molestándose con lo que escuchaba y con la actitud que su novia estaba tomando y ella continuaba — ...Esa forma de ser tuya me molesta bastante —. Terminando de decir esto, Colilla se acomodó en su lugar para poderla ver de frente tanto como pudiera, su rostro denotaba fastidio, siempre era lo mismo con ella — No es que no quiera estar contigo... — comenzó a decir el muchacho — ...Lo que pasa es que tu eres bien empalagosa, siempre quieres estar sobre mi y eso no me gusta, te lo he dicho mil veces pero no entiendes. Hace calor, me molesta que haga calor, por eso no quiero que me abraces, si hiciera frío yo sería el primero en abrazarte... — Pero Ceniza sabía que esto no era cierto, sabía que aun con el frío el prefería abrazarse a si miso — ...también quiero que me dejes ser, que me des espacio para mi, no todo eres tu — las palabras de Colilla eran más como una reprimenda, como un adulto regañando a un niñito que no entiende que lo que hace no está bien hecho pese a sus intenciones nobles y lo peor era que Ceniza comenzaba a creérselo, comenzaba a sentir que realmente ella había hecho mal, apretaba sus labios, miraba a las parejas a su alrededor y ninguno de ellos estaba discutiendo "bueno, nosotros también hemos estado así y ellos también han peleado" se consolaba a si misma aun cuando en su interior sabía que las cosas no eran realmente así — de verdad, esto me está hartando, no quiero tener una novia así, como tu — Las palabras de Colilla llegaron al corazón de Ceniza como una flecha que la penetró en lo más hondo de su ser, ella no quería separarse de su novio ¿O quizá si? Quizá si se separara fuera lo mejor que pudiera pasar y así él podía ser feliz con alguien más parecido a él — Tal vez eso es lo mejor, así puedes conseguirte una novia a la que no le importes — dijo Ceniza y el fastidio en el rostro del muchacho se hizo más notorio — me duelen los días que paso contigo — Colilla la interrumpio con un beso en su boca, ella era feliz, eternamente feliz, una eternidad que duró solo unos segundo — Nadie te tiene aquí — le sentenció Colilla y esta vez, por más que apretó los labios, no pudo evitar que el corazón se le rompiera.

     La pareja pasó el resto de la tarde en silencio, Colilla encaminó a su novia a tomar el camión que la llevaría a su casa, se despidieron con la misma aburrida y seca rutina de siempre, ella tomó el camión, regresó su mirada a su novio con la esperanza de que él la viera también, pero Colilla ya había comenzado a caminar en dirección contraria a la que tomó el camión de su chica, como siempre. 

     Ceniza llegó a su casa, con una sonrisa ya bien practicada para estos momentos, así sus padres no notarían sus problemas, subió a su cuarto y se encerró. No fue sino hasta las dos de la mañana en que se quedó dormida después de tanto llorar, sentir coraje, con el deposito de cariño no solo vació, sino roto, iluminada solo con la esperanza de que Colilla sintiera miedo de perderla y pensando seriamente en la decisión de terminar con él para siempre, como muchas veces lo había hecho antes. Rezaba a Dios esperando que Él le diera una respuesta o que hiciera aparecer a sus ángeles en la recamara de Colilla para que le dieran un mensaje. Ella rezaba por un milagro o por que Dios ya no le volviera a reconstruir su corazón. Ella todo lo que necesitaba en ese momento era un beso y un abrazo de su amado y un "te amo" sincero, un "te amo" que nunca le dijo en este día, un "te amo" que jamás le contestó este día.

     — Estoy apostando mi corazón y mi vida solo por ti, Colilla — 

viernes, 25 de mayo de 2012

Café Turco 03 Loco

     "...Esperando tu llegada pero nada, de ti nada..." Jaime estaba completamente sorprendido al escuchar a su compañero Daniel cantando en voz baja esa canción — ¿Te gustan las canciones de Pesado? — preguntó Jaime pero el rostro monótono de Daniel se volvió de reproche, aquella pregunta pareciera haberle insultado — Claro que no — contestó con desdén y continuó haciendo lo suyo, nada. El trabajo se había calmado bastante y Daniel no tenía mucho que hacer, disfrutaba de esos momentos viendo por la ventana del edificio alto, la vista sobre la Macro Plaza era genial, la fuente de Neptuno parecía una alberca pequeña, las personas iban y venían pero desde lo alto del edificio no eran más que puntitos bailando un estresante ritmo diario. — voy a salir este fin de semana — soltó Jaime así de repente, sin que nadie le preguntara pero es que veía tan vacío a Daniel que quiso llenarlo de alguna platica, al menos era emocionante para Jaime su cita del fin de semana — qué bien — contestó Daniel sin darle mucha importancia — voy a salir con Mary — Jaime trató de lanzar un anzuelo — ah — pero Daniel seguía viendo por la ventana sin poner mucha atención — María Adela, la muchacha de... — Daniel levantó una mano y Jaime guardó silencio — se a quién te referías, pero aquello fue momentáneo, ya pasó, quizá su la hubiera seguido viendo pero no sucedió. Ya lo olvidé — Jaime se rindió al fin, tomó el cesto de basura y se salió de la oficina de Daniel.

     El incesante sonido de las maquinas comenzaba a estresar a todo el turno de la mañana. Ya casi era la hora de la salida y la ansiedad se apoderaba de toda la atmosfera. Yoya terminaba de marcar los últimos pendientes en la lista y anotando los que el turno de la tarde continuaría y aunque ella estaba muy lejos del sonido de las maquinas igualmente estaba tan fastidiada como sus compañeros — voy a salir este fin de semana ¿Ya te lo había dicho? — le preguntó su amiga Adela — me dijiste algo en el comedor pero ya después Maximiliano ya no te dejó continuar ¿Con quién saldrás? — se alegraba por su amiga y quería saber más — Con Jaime, el chico que nos topamos en el café — inmediatamente las mejillas de Yoya se sonrojaron — ¡Ah! Te acordaste del amigo de Jaime... del qué preguntó por ti — Yoya asintió con la cabeza — si quieres le puedo decir que lo lleve y vas tu también — Yoya negó con la cabeza — ¡No! ¿Cómo crees? — se apenó Yoya, cerró la libreta de los apuntes, tomó su gaffette que colgaba de la lampara de mesa, aun lado de la computadora y su vista se detuvo precisamente en la pantalla de la computadora — quiero aprender a usarla — dijo Yoya — yo no le se mucho, solo lo que hacemos aquí. Si quieres te enseño — le contestó su amiga justo en el momento en que ambas salían del departamento. — En verdad, si quieres le digo que lleve a su amigo — insistía Adela — No, ya te dije que no... qué pena. Además voy a salir con Maximiliano ese día — Adela abrió mucho los ojos — eso no me lo habías dicho ¿Son novios? — Yoya arrugó la cara, como asustada — no, claro que no, somos solo amigos, aunque creo que si quiere conmigo pero yo con él no — se formaron ambas para registrar su salida en un reloj cercano a la entrada de la sala de producción de la fábrica — ¿Entonces por qué sales con el? Eso es darle esperanzas ¿No? — Yoya se encogió en hombro — no sé... pero se me hacía gacho decirle que no — Adela negó con la cabeza. — ¿Estas lista para este fin de semana? — Maximiliano apareció de la nada justo antes de que subieran a los transportes; Yoya le sonrió y contestó afirmativamente. — Muy bien, entonces te espero en la Macro Plaza a eso de las 7 de la tarde ¿Estas de acuerdo? — pero Adela se interpuso entre ellos dos — ¿La harás que te espere? Eso no es de caballeros, deberías de ir por ella a su casa — Maximiliano se malhumoró un poco pero Yoya le salvó — Así está bien, lo esperaré ahí.

     La semana se pasó lenta, los días pasaron como cuentagotas y los dos amigos de Gloria Azucena estaban emocionados por su cita, menos ella. No se sentía del todo cómoda, veía a Maximiliano solo como un amigo y esperaba que eso él lo entendiera.

     Jaime estaba nervioso, sabía a donde llevar a María Adela: a bailar. A él no se le daba muy bien y aunque pidió consejo de su amigo Daniel descubrió que a este se le daba peor eso de bailar, ni siquiera podía bailar los ritmos de su música favorita menos lo iba a hacer con canciones "agropecuarias" como las llamaba él. Pero valientemente se puso un poco de perfume y salió de su casa por su cita.

     — Malditos sean los clientes que no entienden que uno también es humano y necesita descansar — estaba completamente molesto Héctor Daniel en su oficina aplicando cambios a un trabajo anterior, no había nada mal, solo había que actualizar la información de casi todo, así que cuando el sábado tenía que salir antes de las doce, ya pasaban de las cinco de la tarde y aun no terminaba y, para colmo, aun traía en su mente esa canción que escuchó en el baile "...No, lo nuestro no puede morirse, no..." ¿Por qué tenía esa canción en su mente? No le gustaban esas canciones. Puso su música a todo volumen, él era la única persona en todo el edificio, bueno... él y el guardia de seguridad que estaba a la entrada del edificio; pero aun así la canción continuó cuando terminó el trabajo "...El tiempo no me hará rendirme...". Llegó a la recepción del edificio donde el guardia estaba viendo las pantallas de seguridad a la vez que la repetición de "Pequeños Gigantes" en una televisión pequeña — Hasta que por fin se irá a descansar, Señor — alegremente le dijo el guardia obeso cuando lo vio salir del ascensor — lo sé — el guardia se apresuró a buscar algo entre sus cosas, sacó una bolsa de papel café y se la ofreció a Daniel — ¿Gusta de mis tacos, Señor? Los hizo mi hija y le quedaron deliciosos — Daniel le regresó el gesto con una sonrisa, una sonrisa sincera aunque su respuesta no lo era así — No te preocupes, seguro que quedaron deliciosos pero ahorita no tengo hambre, lo que quiero es llegar a mi casa ya — pero él tenía mucha hambre, el guardia se encogió de hombros y puso la bolsa en el escritorio — bueno, creo que eso es lo que uno más desea cuando termina el trabajo, sobre todo a las ocho de la noche de un sábado — Daniel abrió mucho los ojos — ¿Ya son las ocho? — el guardia asintió con la cabeza y Daniel apresuró su paso — que descanse, Señor — Daniel le regresó la despedida con un ademán.

     Frente al edificio estaba la Macro Plaza, parte de ella era el Teatro de La Ciudad de Monterrey y estaba justo frente a la puerta del edificio. Rodeó el teatro por el callejón que se forma con la Biblioteca y sin saber como iba cantando de nuevo esa canción "...mientras respire..." "...aquí te esperaré..." Daniel levantó la mirada de inmediato, alguien más estaba cantando esa canción y esperaba que no fuera alguien conocido. Delante de él, recargada sobre la barda que protege a los peatones de no caer a la plaza a desnivel en medio de la Macro Plaza estaba aquella chica del café, con una falda blanca larga que parecía extrañamente reluciente bajó la luz amarillenta de los faroles, su blusa  café claro no hacía mucho contraste con el tono de su piel y su cabello largo negro y lacio se mecía suavemente con el viento fresco de aquel sábado por la noche y sus ojos... sus ojos bien abiertos lo observaban a él y parecía que el tiempo se detuvo en aquel momento, parecía que no había nadie más en la Macro Plaza, parecía que no había nadie más en todo Monterrey, parecía que no había nadie más en todo el mundo ¿Por qué? Quizá Daniel se estaba volviendo loco "...no me importa que me llamen loco".

martes, 21 de febrero de 2012

Café Turco 02 Nema Problema Tourist


            ¿Como es que en ocasiones hacemos las cosas sin pensar? ¿O será más bien que si las pensamos pero no de la misma manera en la que acostumbramos? ¿O será que pensamos en cosas diferentes a las que normalmente habíamos pensado? ¿Qué nos lleva a revolvernos de esta manera y caminar hasta el lugar que jamás imaginamos? ¿Qué nos hace ir y dejar por un momento lo que somos para buscar a una persona en especial? ¿Es amor? ¿En tan poco tiempo?

            Gloria Azucena había dejado por aquél fin de semana a sus amigos y sus gustos. Yoya, como preferían llamarla, se encontraba sentada en un extraño lugar para ella esperando no solo volver a probar el exquisito café de aquél lugar, sino también volver a ver aquella mirada sobre ella que hacía una semana le había imposibilitado dormir.

            Daba pequeños tragos al café, debe admitir que en su vida jamás había tomado café sino era por la mañana, muy temprano por la mañana. A estas horas de la noche ella podría estar tomando una bebida con sus amigos. Pero ahí estaba, sentada en la misma mesa que la semana pasada, esperando que aquel caballero la sujete de nuevo del brazo y le ayude a componer su equilibrio ¿Por qué? ¿Por qué deseaba que eso sucediera? ¿Por qué tenía ganas de verlo?


            La extraña música de El Café Turco le hacía sentirse extraña, como si sintiera pena de estar en ese lugar tan raro, ni ella misma podía creérselo y ya imaginaba los comentarios bobos que sus compañeros de trabajo harían de ella y aun más bobos los de sus amigos. Pero seguía ahí, bebiendo poco a poco su taza de café y acompañándola con unas empanadas que horneó ella misma el día anterior.


            Él no se presentó en toda la noche.


            Héctor Daniel estaba algo irritado. A los dos días parte del trabajo anterior fue regresado para hacer correcciones, no muy importantes pero que si requerían muchos cambios en muchos lados. Sus compañeros que lo habían acompañado al café junto con Héctor fueron el equipo designado para reparar los errores.

            El sábado él solo pensaba en ir al Café Turco pero sus compañeros lo hicieron sentir comprometido para que ahora él los acompañara a su lugar favorito, el baile. Música que para él no tenía nada de sentido, música grupera, texana y banda. Todos vestidos de la misma manera entre sombreros, botas, hebillas ridículas, camisas de muy mal gusto y mirada de vándalos y cholos ¿Porqué a sus compañeros les gustaba ese lugar? Al menos lo acompañaba Jaime, que aunque le gustaba esa música también, comprendía un poco más de la buena música como la balkian, incluso ya traía en su reproductor de mp3 algunas de las canciones que le gustaban de Figli Di Madre Ignota.

            Pero Jaime no perdía el tiempo y pronto se separó del grupo, Héctor lo buscó con la mirada y lo vio uno metros más allá, donde la gente bailaba y estaba acompañado de una muchacha que le parecía familiar, pero a la distancia no podía reconocerla muy bien. Ambos bailaban y a Héctor le sorprendió la habilidad de su compañero. Cuando por fin regresó Jaime trajo con sigo a la muchacha, Héctor la reconoció, era la misma chava del incidente del café y si ella estaba ahí también su amiga estaría ahí. Por un momento, aquél lugar no pareció tan malo. Jaime iba a hablar pero Daniel no le dejó decir nada, enseguida tomo a la chica por un brazo para indicarle que le pusiera atención, o que al menos lo intentara en medio de esa música. Él le preguntó por su amiga "tal vez venga" contesto y con una sonrisa en el rostro, Héctor Daniel regresó con sus compañeros que ya se habían instalado en una mesa y le esperaban con un vaso de bebida.


            Ella no se presentó en toda la noche.


            Los últimos momentos en ese extraño lugar fueron los más agobiantes, miraba constantemente el reloj y después en dirección de la entrada pero nada, aquella persona de la semana pasada no se presentaba. La desilusión le hacía presa.

            La extraña música, el extraño ambiente y la extraña gente comenzaba a molestarle, cada cosa que hacían, cada cosa que decían, sentía que las risas de los demás eran alguna especie de burla por su tragedia amorosa ¿Porqué estoy esperando a una persona que quizá nunca vuelva a ver? ¿Por qué me mantuve en este extraño lugar tanto tiempo por alguien a quien no conozco? Y si no lo conozco ¿Porqué quiero conocerlo? Caminó a prisa para alejarse de ese lugar, tomó un taxi y se dirigió a su casa. Ya por fin en un lugar más intimo, un lugar moldeado más a su forma de ser y a sus propios gustos, se tumbó sobre la cama. Y se quedó mirando el techo fijamente...

            — ¿Quién eres? ¿Por qué? — Se preguntaron mentalmente los dos a varios kilómetros de distancia uno del otro. Cerraron los ojos y durmieron.